¿Qué ha ocurrido con nuestra democracia?

Se presenta ante nosotros disfrazada de corrupción y con tintes autoritarios. Desde sus inicios, la politización del poder judicial ha inoculado un virus que incentiva la criminalidad. La ausencia de sanciones no solo perpetúa la actividad delictiva, sino que puede exacerbarla.

Esta es la compleja situación en la que se encuentra el país ante esta peculiar forma de «democracia populista», donde la idoneidad cede paso a la permisividad con la corrupción.

Vaya encrucijada en la que se pone al país ante esta forma de hacer “democracia”, en la que no se elige al más capaz, sino al que permite darle las condiciones a la corrupción.

Pero qué pasa con la democracia autoritaria, con la absurda imposición que se hizo de la llamada reforma judicial, México sí se ha convertido en un ejemplo para el mundo, pero no de democracia como dicen, porque en nuestro país no se elige al mejor perfil o al más capaz, nuestro país (México) entró en una fase de simulación democrática.

Todo lo que se oponga a los cambios que la mayoría proponga se nos hará creer que se estará contra la mayoría, derivado al temor de tomar una buena decisión, pero los optimistas sostendrán que este freno es momentáneo, que la democracia finalmente prevalecerá por encima de la ola populista que ahora recorre el mundo, lo cierto será que se va a ir desmantelando la democracia en nombre de la mayoría.

La amarga realidad es que la democracia en nuestro país se ha travestido en una «democracia popular» controlada por un autócrata que ejerce el poder en nombre de las «mayorías».

Ilusos seremos aquellos que anhelamos una libertad y democracia genuina, y no una farsa impuesta, busquemos la verdadera libertad y democracia, no de simulación e imposiciones.

Sólo cuando logremos entender que el poder no es un privilegio exclusivo, sino un derecho inherente de cada ciudadano, podremos edificar un porvenir más justo y equitativo para todos.

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