La sequía no llega de pronto como los huracanes o las inundaciones. No destruye casas de un día para otro, ni arrastra vehículos por las calles. Llega despacio, sin estruendo, pero con una persistencia que va vaciando los pozos, secando los campos, erosionando el ánimo de las comunidades rurales y poniendo en jaque la seguridad alimentaria de todo el estado. Zacatecas se caracteriza por su vocación orientada a las actividades propias del campo, y es precisamente este sector el que sufre con mayor intensidad los estragos de este fenómeno que, cada vez más, marca la vida de sus habitantes.
La falta de lluvias ya no es una rareza, sino una constante que ha comenzado a reconfigurar el rostro de nuestras comunidades. La sequía no es solo la ausencia de agua, es también la presencia de incertidumbre y abandono ante un fenómeno con dimensiones multifactoriales. Pero, ¿qué factores han provocado este escenario tan complejo?
El cambio climático ha alterado los patrones de lluvia. Fenómenos globales como El Niño, junto con el calentamiento global, han hecho que las temporadas de lluvia se reduzcan o se desplacen, dejando al campo zacatecano a merced de una incertidumbre cada vez más prolongada.
Las altas temperaturas aceleran la evaporación del agua en suelos, presas y cultivos. No solo falta la lluvia: lo poco que cae se pierde rápidamente en el aire caliente. Este incremento en las temperaturas no hace más que agravar la escasez hídrica que afecta a los zacatecanos.
La deforestación, el sobrepastoreo y el mal manejo de los suelos han debilitado nuestros ecosistemas locales. La ausencia de vegetación para retener la humedad ha dejado a la tierra más vulnerable a la erosión, haciendo que no absorba ni conserve el agua de manera eficiente.
La sobreexplotación de los pozos y la insuficiencia de infraestructura hidráulica agravan aún más el problema. Aunque la tecnología de riego tecnificado ha avanzado, muchas de las tierras productivas aún no cuentan con esta infraestructura, lo que limita la capacidad de nuestros campesinos de enfrentar estos períodos de escasez.
De acuerdo con el Índice Estandarizado de Precipitación (SPI), que cuantifica las condiciones de déficit o exceso de precipitación, calculado por Monitor de Sequía en México (MSM), en su reporte correspondiente al 15 de marzo, registra que 29 municipios se encuentran en el estrato D0, clasificados como anormalmente secos, mientras que 17 municipios se ubican en el estrato D1, que corresponde a sequía moderada, mientras que el resto de municipios no presentan sequía alguna. A manera de conclusión se puede decir que dada estas circunstancias y los datos evidencian la magnitud del problema y la necesidad urgente de tomar medidas.